Manifiesto del Día del Libro a cargo de
María Dueñas
23 de abril, Día del Libro en Castilla-La Mancha 2013
Bibliotecas, librerías, clubes de lectura. Clásicos y novedades, incunables
y bestsellers. Escritores vivos y escritores muertos, nacionales y extranjeros,
novatos y premios Nobel. Todos tienen algo que ofrecer en un día del libro.
Todos ellos tienen algo que aportar a los lectores.
Los lectores, nosotros. En un sábado
tranquilo de sofá y lluvia en las ventanas, al borde del mar en una tarde de
verano o en un largo viaje en tren, cada cual asimila a su propia manera lo que
lee y así se convierte en un intérprete irremplazable que se sumerge entre las
páginas con una mirada propia y original.
A lo largo de los últimos años,
recopilando las impresiones de los muchísimos lectores que se me han acercado
en encuentros y firmas, he ido poco a poco elaborando un catálogo de perfiles
tremendamente variados. Lectores de todo tipo y condición, lectores comunes y a
la vez especiales, cada uno con su propia idiosincrasia. Como ustedes. Como yo.
A veces he encontrado lectores con
rasgos detectivescos que buscan pistas y atan cabos por sí mismos antes de que
el argumento los resuelva. A menudo me he topado también con lectores
cinematográficos: aquellos que traducen las escenas a fotogramas con una
inmensa facilidad. Hay también lectores románticos, que absorben la lectura a
través del corazón. Lectores compasivos que sufren con los personajes, ríen con
sus alegrías, disfrutan eufóricos con sus triunfos y sangran por sus mismas
heridas. Lectores currantes y voluntariosos que se trabajan las líneas una a
una: subrayan, memorizan frases, recurren al diccionario en busca de términos desconocidos
y a la Wikipedia a la caza de datos ignotos. Lectores compulsivos que roban
horas al sueño, retrasan obligaciones y, a veces, absortos, hasta se saltan las
paradas del autobús. Lectores viajeros que recorren con su mente los mapas de
los territorios transitados, reconstruyen las ciudades y, a veces, incluso se
lanzan a emprender viajes reales a los destinos en los que transcurren las
novelas. Lectores soñadores que se ven a sí mismos dentro de los personajes,
vistiendo sus ropas y besando a sus amantes, durmiendo entre sus sábanas y
sudando por su piel. Lectores disfrutones, lectores sanados, lectores
analíticos, justicieros, desafiantes, ansiosos, reincidentes, conversos,
nostálgicos…
Mi catálogo contradice ese axioma
que afirma que sólo existen dos tipos de lectores: los buenos y los que no lo
son. Discrepo abiertamente. Todos los lectores son buenos, cada uno a su
manera. Todos son valiosos y meritorios, todos contribuyen a que la lectura
nunca nos deje de fascinar.
A ellos brindo en el Día del Libro
de 2013 este pequeño alegato a favor de la subjetividad y la individualidad
irreductible de cada uno al abrir un libro. Sea cual sea el que ustedes tengan
a su lado en estos momentos, la magia está en dejarse seducir.
María
Dueñas, abril 2013
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