jueves, 8 de diciembre de 2016



DESGRACIA. John Maxwell Coetzee
 (Ciudad del Cabo, 09 de Febrero de 1940).

“Cuando la incomprensión abre la puerta a la violencia”.

           
Desgracia” es una obra compleja, muy directa, con un léxico duro rayando a veces los límites del buen gusto, que se desarrolla en la Sudáfrica todavía inmersa en los devastadores efectos del Apartheid y consta de dos partes bien diferenciadas: La primera nos relata la vida rutinaria de David Lurie, el protagonista, profesor Universitario que actuando con un acervado cinismo y arrogancia, está por encima del bien y del mal, imbuido en una apatía existencial y vocacional, rota únicamente por las relaciones íntimas a golpe de impulsos que va manteniendo con mujeres muy variopintas de toda clase social a las que despersonaliza por completo. Esta actitud casi autodestructiva, origina el obligado abandono de su carrera cuando estas relaciones se llevan a cabo con una de sus alumnas (Melanie Isaacs), desembocando en la huida a una de las zonas más deprimidas de Sudáfrica donde su hija, (Lucy Lurie), es propietaria de  una granja y sobrevive usándola como residencia canina y cultivando flores para su posterior venta en el mercado local.
           
            Aquí es donde comienza la segunda parte de la novela, dejando atrás la frivolidad del principio y tornándose con un cariz desolador, sórdido, desesperanzado y de una extrema violencia cuando padre e hija son víctimas de una agresión por parte de tres individuos de raza negra, que poco a poco irá distanciándolos  en la forma de afrontar tal Desgracia; ahora la seguridad y soberbia de David se desmoronan, se ve obligado a  recibir ayuda de todos aquellos que internamente le inspiraban desprecio  y esto va a ir provocando que se humanice a medida que transcurren los acontecimientos.

            El personaje de Lucy, se nos muestra como una mártir, una sufridora que trata de expiar el simple hecho de ser blanca, ella es el objeto del odio racial, representa a ojos del hombre negro, la desfachatez del colono que se apodera de lo que no es suyo y cree estar justificado  por el mero hecho de asentarse sin darle permiso y sin pedir perdón por los desmanes posteriores, y a pesar de todo ello, es reacia a seguir los dictámenes que le marca su padre de alejarse de aquella comunidad que tanto daño le ha hecho.

            Aunando los dos mundos (el colonial y el mundo negro) está Petrus, empleado de la granja, un ser siniestro, frio, calculador, que bajo la fachada de su ignorancia y simplicidad, sueña con grandes aspiraciones de terrateniente sin importarle como tenga que conseguirlas. Va a representar en la diferente manera de ser tratado tanto por David como por Lucy, la bipolaridad de sentimientos que la raza negra infunde en la obra: rechazo, miedo, desconfianza, desprecio……, pero también el reconocimiento de su legitimidad como dueños morales de la tierra, acreedores de un peaje que Lucy estará dispuesta a pagar por sentirse integrada en la comunidad.

            Otro personaje clave es Bev Shaw, amiga de Lucy, una mujer sencilla, sin atractivo, algo anodina a primera vista pero que con su trabajo de voluntaria en la Perrera, intenta aliviar el sufrimiento de estos animales y acompaña en sus últimos días a los que deben pasar por el trance de morir, dándoles el protagonismo y la importancia que nadie les ha brindado nunca. Es la artífice de uno de los momentos más conmovedores y compasivos de la obra, consiguiendo que germine en David un sentimiento de piedad como no lo había experimentado con ningún ser humano; su escepticismo se resquebraja cuando descubre  que poseen “alma”.

            Finalmente, la obra nos deja un regusto amargo porque no vislumbramos ningún atisbo de esperanza en el porvenir; sus personajes, que se nos muestran sin un pasado, vegetan en un presente caótico y cruel, avocados a vivir sin un futuro.

Esther Moreno Sánchez.



1 comentario:

Isabel dijo...

Excelente comentario a esta obra por la que yo he pasado de puntillas para no sentir el dolor que la impregna.Gracias por tu aportación.Isabel