viernes, 13 de enero de 2017

EL DIOS DE LAS PEQUEÑAS COSAS
Arundhati Roy (Kerala, India 1960)

Aunque estudia Arquitectura en Delhi, la autora se inclina muy pronto por la Literatura, escribiendo guiones para la TV y el cine principalmente. En 1997 publica “El dios de las pequeñas cosas” por el que recibe el premio Booker. En 2004 recibe el Premio por la Paz de Sidney en méritos a su labor en pro de obras sociales. Su próxima novela “El misterio de la máxima felicidad” está previsto que aparezca en junio de 2017.
Aunque se la ha comparado con G. G. Márquez y Salman Rushide por el “realismo mágico”, la autora no lo comparte, porque ella, afirma, cuenta la realidad y la transforma en ficción…y esta ficción tiene mucho de autobiografía.
Hay muchísimos pensamientos reveladores en la novela. A mí, éstos, me han parecido muy significativos con la historia:
“En aquel momento todo era incoherencia. Como si el significado de las cosas las hubiera abandonado dejándolas fragmentadas. Como aisladas, que no significan nada. Como si la inteligencia que descodifica los diseños ocultos de la vida – que conecta las reflexiones con las imágenes, los destellos con la luz, las arrugas con las telas, las agujas con el hilo, las paredes con las habitaciones, y el amor con el miedo, con la furia, con el remordimiento – se hubieran perdido súbitamente.” (273)
“El secreto de las grandes historias es que no tienen secretos”. “Las grandes Historias son aquellas que ya se han oído y se quieren oír otra vez”. (276)
“El danzarín de Kathakali es el más hermoso de todos los hombres. Porque su cuerpo es su alma. Su único instrumento. Ese hombre que está detrás de una máscara pintada y lleva unas faldas ondulantes está lleno de magia”. (277)
“Sin duda no existe ninguna bestia que haya desarrollado la infinita capacidad de inventiva que caracteriza el odio humano. Ninguna bestia puede compararse con el alcance y el poder de un odio así”. (284)

La novela comienza con el regreso de Rahel a la casa de Ayenemen (Estado de Kerala al sur de la India entre los años 60-90 del siglo XX) veintitrés años después de haber sido separada de su hermano gemelo – heterocigóticos – Estha, y aunque hay un narrador que sitúa los espacios y los personajes, son éstos y a través de la memoria de Rahel, los que cuentan los hechos, sus hechos, los que ella guarda en la confusa memoria de cuando eran “nosotros” y los que recuerdan ahora que piensan como “esos”…
Porque sus vidas han cambiado.
La Historia ha cambiado.
El narrador cuenta la Historia y sitúa las historias, que agitadas por el viento de las aspas de los ventiladores se mueven de atrás hacia adelante, y vuelven: pasado, presente y futuro, y de nuevo presente, y pasado, y futuro…y además juega con las palabras grandes y en Mayúscula, y con las pequeñas, y con las metáforas, y con los poemas, y con el cine, y con la música, y con los elementos: el “Plymouth azul cielo” y la “Fábrica de encurtidos PARAISO”…y con los lugares y los espacios: el río, la casa familiar y el jardín de Bebé Kochamma, la Casa de la Historia, y la oficina del Inspector Thomas Mathew y su acrónimo (Pulcritud – Obediencia – Lealtad – Integridad – Cortesía – Imparcialidad – Abnegación)…y con los personajes: Esthappen y su tupé a lo Elvis, Rahel y su vestido de Hada del Aeropuerto,  Ammu  hermosa y orgullosa y rebelde, Bebé Kochamma y su rabia de solterona, Mammachi que había aprendido a tocar el violín para olvidar las palizas que le pegaba Pappachi que fue Entomólogo Real y rompió su mecedora de caoba cuando su hijo Chako le prohibió pagar a su mujer a la que ya no volvió a dirigir la palabra, Chako el hijo varón de una familia privilegiada muy amado por su madre y estudiante en Oxfod con ideas revolucionarias, utópico e idealista, contradictorio y errático, y Kochu María la cocinera, y Velutha “el Dios de las pequeñas cosas”,  y Vellya Paapen su padre, paraván e intocable, y el camarada Pillai y el inspector Mathew, y el hombre de la Naranjada y de la Limonada, y Sophie Mol que murió dentro de su ataúd porque no podía respirar, y su madre Margaret Kochamma que culpó a Estha de la muerte de su hija…
Una historia que abarca tres generaciones, una guerra y una revolución social; una historia con más lagrimas que sonrisas, que ahogan, que silencian, que ciegan y que amargan…Una historia de momentos pequeños y fugaces, exótica, etnográfica, tradicional, familiar, cotidiana, dura y triste, en donde el Amor puede vencer al Miedo y transgredir su Leyes que dictan a quién debe quererse y cómo y cuánto, la Libertad oponerse a la terrible Opresión, y la Dura Realidad a los Sueños Imposibles…Una historia que sepulta un abuso a un menor tras la barra de un bar, o los golpes de un padre mientras la madre no puede hacer nada, o la muerte de un hombre inocente “Porque después de todo, no estaban luchando contra una epidemia. Estaban vacunando a una comunidad contra un simple brote” (363 – Captura la Policía a Velutha)
Una hermosa historia que puede parecer bárbara…
Un texto largo que al repensarlo precisa releerlo…
Un método vertiginoso que precisa comprenderlo con calma…
Unas inocencias robadas…
Unos amores prohibidos…
Unos seres vulnerables y contradictorios…
Y un sistema capaz de imponer el orden con economía, con eficiencia, con responsabilidad. (363)

  PEPA SIRVENT

Albacete 12 de enero de 2017

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