sábado, 15 de abril de 2017




DUBLINESES. JAMES JOYCE


Las opiniones que sobre libro Dublineses, de James Joyce, han predominado en nuestro habitual coloquio han sido las siguientes:

Unas, las menos (y, a fuer de demócrata utilizo el femenino porque la mayoría de mujeres en nuestro club es aplastante) opinamos que las narraciones que componen el libro están muy conseguidas pese a no ser cuentos al uso; otras,  hubieran preferido más concreción en los desenlaces de los mismas.
En lo que sí hubo unanimidad fue en estos dos aspectos:

                       *  En que la obra es de un alto valor literario y en que este valor se vería incrementado de no ser cubano Cabrera Infante su traductor, ya que  éste emplea palabras y expresiones poco comprensibles para los lectores de este lado del charco.
+          * Por mi parte y, amén de su indudable calidad literaria, encuentro en Dublineses un alto valor didáctico ya que nos permite conocer aspectos de la vida de los irlandeses de su tiempo, aspectos tales como éstos:

+ De la miserable vida que gran población irlandesa arrastraba y de cómo aquella la abocaba a la emigración.
+ De la existencia de un sentimiento nacionalista y antibritánico de lo más exacerbado.
+De que la inmensa mayoría de la población era ultracatólica.
+De que los irlandeses de la época, (parece ser que los de ahora también) sentían una afición desmedida a “empinar el codo”.
+De la inferioridad social y personal de la mujer “acertada aportación de Pepa “sobre todo en las clases populares.
Y por último y a título anecdótico incluyo ésta: Los irlandeses de la época eran feos a “rabiar”.
En apoyo a esta última aseveración he aquí algunas descripciones que el genial escritor hace de sus paisanos:

En Duplicados:
Farrington: Tenía una cara colgante, de color vino tinto, con cejas y bigotes rubios. Sus ojos ligeramente botados, tenían los blancos sucios.
Mr. Alleyne: Usaba gafas de oro sobre una cara raída. La cara era rosada y lampiña y parecía un gran huevo puesto sobre los papeles.

En Efemérides en el Comité:
El viejo Yack: Su cara volvía a salir lentamente a la luz. Era una cara vieja, huesuda y con pelos y la boca babeada se abría³ varias veces mascujando mecánica al cerrarse.
El joven O'Connor: De cabellos grises y cara desfigurada por muchos barros y espinillas.
Mr. Henchy: En ese momento un hombrecillo de nariz mocosa y orejas heladas empujó la puerta.
El Padre Keon: Su cara brillosa por el agua, parecía un queso lechoso salvo donde dos manchones rosados indicaban su pómulos.
Crufton: Era un hombre gordo, cuyas ropas de sarga parecían correr peligro de caer de su encorvada figura. Tenía una cara grande, parecida a la jeta de un buey joven en su expresión.

En Los muertos:
Freddy: Tenía unos cuarenta añosos.¦ Era de hombros caídos. Su cara era mofletuda y pálida, con toques de color sólo en los colgantes lóbulos de las orejas y en las anchas aletas nasales. Tenía facciones toscas, nariz roma, frente convexa y alta y labios hinchados y protuberantes. Los ojos y los párpados pesados y el desorden de su escaso pelo le hacían parecer somnoliento.
Y si no pongo más ejemplos es por temor a parecer exhaustivo pero puedo asegurar que descripciones similares se encuentran por docenas.
Esto nos lleva a estas sesudas reflexiones:
¿Era tan feos los irlandeses como Joyce los pinta?
¿Estará, el genial escritor molesto con sus paisanos por algún motivo que no conocemos y esta fue su venganza?
Y, en el primer supuesto:
¿Habrá mejorado estéticamente los irlandeses actuales o, como en el caso del alcoholismo, se mantienen fieles a sus ancestros?

JUAN CUERDA



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